martes, 11 de noviembre de 2008

Pensar con los pies

-Hombre, ese pedazo de cantautor poeta. Tócate algo, ¿no?

-Si tocar toco, lo que pasa es que no me sale la letra.

-¿La letra? ¿Te echo una mano? Pues escribe…sobre algo que tú sepas.

-Pues…no sé. Sé de puertas.

-¿Qué clase de puertas?

-De las que no dejan pasar la luz.

-¿Puertas macizas?

-Roble y castaño.

-¿A quién le importa ese matiz?

-A quien pregunta demasiado.

-Nunca se pregunta demasiado. Es mejor pecar de ignorante que dejar cosas en el tintero.

-¿Tú crees? Bueno, volvamos al tema. ¿Me vas a ayudar?

-¿Cuál era el tema en concreto? Componer, ¿no? Tarea difícil pero habrá que intentarlo. Por cierto, ¿alguna vez has tenido la llave de una puerta maciza de esas de las que tanto sabes?

-Sí, alguna vez, creo recordar. Lo malo es que olvidé dónde la guardé por temor a perderla.

-Eso es estúpido. Te encuentras ante una valla, ¿la saltas o llamas al vallador para que te abra la valla?

-Excavo un agujero en la tierra y paso al otro lado para no molestar al pobre vallador.

-Y en una piscina, ¿te tiras de cabeza o bajas por la escalerilla?

-Me siento en el borde y me voy echando agüita para que no se me corte la digestión.

-Y en el McDonald’s, ¿llevas la bandeja a la papelera o la dejas en la mesa?

-Generalmente, y cuando ellos no miran, la dejo sobre la mesa de los de al lado y corro cual gacela hacia la PPPPPPuerta.


(Encendió un cigarro y cogiendo la guitarra tocó un la).